La espiritualidad en la naturaleza
El hombre clásico se reconocía como parte de la naturaleza. No entendía nada como fuera del universo, nada de orden material o no escapaba al mismo. Hombres y Dioses, rocas y océanos, las estrellas y el universo todo compartían una misma estancia. El reino de los muertos era un ámbito más dentro del mismo como lo son las cumbres de las montañas. Lo divino estaba en la naturaleza y no externo a la misma.
La naturaleza según el pensamiento clásico derivado de Hesíodo era eterna e increada, siempre existió. También Heraclito como Parménides entendían el universo como increado e imperecedero. No creado por ningún dios o hombre, es eterno, siempre es y será (Heraclito, 1981, pp. 336-340). Incluso otras cosmogonías como la de Tales de Mileto o Anaxímenes, que deriva el universo del agua o aire, entienden que nada escapa de lo natural.
En la antigüedad clásica el término naturaleza no refería a algo estático o genérico sino que señalaba a una dinámica, a una fuerza vital, generatriz.
La palabra latina naturaleza deriva del término natura. Esta procede del indoeuropeo nasci, dar a luz o engendrar (Pokorny, 1969). Este término daría origen a distintas palabras referidas a la generación. Por tanto naturaleza no refería originalmente a las cosas que nos rodean, si no al proceso que los originan. De igual manera el término griego physis del que deriva el término físico, se remonta al verbo indoeuropeo bheu, ser, crecer (Pokorny, 1969). Lo natural y lo físico, que hoy son consideramos adjetivos eran entendidos como verbos. Eran causa, eran dinamismo para los padres de occidente.
Referencias:
Heraclito (1981) Los filosofos presocraticos. Vol I. Trad., intr. y notas Conrado Eggers Lan y Victoria E. Julia. Madrid: Gredos
Pokorny, J. (1969). Indogermanisches etymologisches wörterbuch. Vol 1. Francke.