𝐋𝐚 𝐧𝐢𝐞𝐯𝐞 𝐧𝐞𝐠𝐫𝐚 ( Kang Nagpo en tibetano)
Cierta vez en un lugar de oriente había un pequeño reino. En el las cosechas eran abundantes y un sabio rey gobernaba. Incluso el dharma, la enseñanza budista, prosperaba. Sus pobladores eran felices. Hasta que un día los astrólogos pronosticaron algo temible. La ciudad seria asolada por una lluvia envenenada.
Se dio aviso a la población pero este no fue escuchado, nadie quería opacar su felicidad. No obstante, el prudente el rey mandó a reservar agua para su uso y así evitar para sí un terrible desenlace.
El día fijado, tal cual había sido previsto, la lluvia golpeó el reino. Pero estas aguas, lejos de matar a sus pobladores produjeron un fenómeno muy curioso, invirtieron la percepción de las personas. Lo dulce les parecía salado, lo agradable, desagradable, lo injusto, justo, de esta manera en todos los órdenes. Incluso la nieve, era para ellos de la pizarra.
El reino se sumió en el caos, el desorden cundió y solo el previsor rey podía dar cuenta de esto. Sus mismos ministros lo contradecían y el pueblo, otrora feliz con su regente comenzó a murmurar contra él. El rey, se decía, había enloquecido.
Veía el soberano con preocupación que alejados de la naturaleza de las cosas el pueblo se abalanzaba al oscuro abismo de la locura. Cavilaba de esta forma el soberano hasta que encontró una respuesta. En un gesto firme y sin duda, bebió él también de las aguas de la locura. Así vio fin el problema, todo se transformó en normalidad. Se comenzó a comentar con alivio que rey había recuperado la cordura.
𝐄𝐧𝐬𝐞𝐧̃𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐝𝐞 𝐃𝐨𝐫𝐳𝐨𝐧𝐠 𝐑𝐢𝐧𝐩𝐨𝐜𝐡𝐞 𝐢𝐦𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐝𝐚 𝐚 𝐓𝐬𝐨𝐧𝐝𝐫𝐮 𝐍𝐚𝐦𝐝𝐫𝐨𝐥 𝐚 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐧 𝐬𝐞 𝐝𝐞𝐛𝐞 𝐬𝐮 𝐭𝐫𝐚𝐝𝐮𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧. 𝐇𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐠𝐢𝐝𝐚 𝐲 𝐚𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐝𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐀𝐥𝐞𝐣𝐚𝐧𝐝𝐫𝐨 𝐋𝐢𝐧𝐜𝐨𝐧𝐚𝐨.