2025

Acerca de la reversibilidad de la historia

El pensamiento de la ilustración ha planteado una ilusoria concepción de la linealidad del tiempo,  ha postulado una progresividad de la historia. Básicamente plantean que provenimos de la materia inanimada y a la corta o a la larga se volverá a ese destino.
El devenir humano en su conjunto no sería sino el camino hacia ese fatal y último escenario. El juego de la historia liberal es retrasarlo de manera de hacer que la vida sea lo más placentera posible y por el mayor tiempo. El ser humano ha sido cifrado en las coordenadas de un mayor o menor placer.

Desde este pensar la historia es entendida progresiva y los grandes sucesos de la misma son acogidas en capas sucesivas en una acumulación mas o menos incremental como una serie de eventos que van tiñéndose  de uno u otro color. Por que este sentido histórico no es cualquiera, se le asigna una forma “conveniente”, “esperable” bastante especifica.  Allí donde aparecen tonalidades que rompen con el diseño esperado, se busca corregirlas, cambiarlas o re interpretarlas.
En eso se ha transformado la interpretación de la historia, en una lectura desde un punto prefijado con ansias de hegemonía. Una exégesis interesada y prospectiva con una orientación clara. Esta es: el destino del hombre debe ser la felicidad y para quienes no la alcanzan el consuelo de un relativo bienestar.
En cualquier caso estos horizontes agradables están lejos de ser congruentes con aquello que el hombre ha demostrado ser. Este se rige por factores distintos al mero disfrute. Lo sensible puede ser motor, no obstante se encuentra lejos de ser su destino. La expansión, el desarrollo, el ansia de avance y de conquista, el orgullo y el arcaico honor han dado y siguen dando manotazos en el timón en la historia de la humanidad.

Las decisiones de una generación se gestan en gran medida por los factores que incidieron en ella pero no resultan necesariamente en calculados horizontes. La historia propia de un grupo, sus circunstancias y anhelos van determinando el futuro deseado.

Los factores formantes de los grupos humanos direccionan a los mismos. Es desde esos factores que surge la génesis y actualización de las sociedades e individuos. Es el punto desde donde el liberalismo, una de las formas del positivismo, implanta su semilla buscando replicar un devenir. Inserta en las sociedades una forma de ser embrionaria y luego poco a poco la alimenta. Una vez iniciado un movimiento la carga inercial del mismo dificulta su cambio de dirección. Este es el astuto mecanismo. Luego solo resta dar el lugar de verdad a la práctica común independiente de su calidad e historicidad.
Una vez desencadenada una tendencia hacia el hedonismo, una vez condicionado el actuar humano a valorar los resultados de acuerdo al placer alcanzado se constituye una forma de actuar. Esta se hace carne, toma a la forma.
En el actual contexto humano la dirección de la existencia se cifrará en la búsqueda del placer y este será asimilado a la felicidad.
Ahora ¿Es acaso esta orientación insalvable? Aceptar esto es aceptar una fuerza externa a la propia historia y opuesta a la libertad humana.

Existen mejores y peores formas de hacer o de ser y entre ellas deben elegir las sociedades y los pueblos. Sin embargo contra toda predestinación liberal la historia puede ser cambiada, puede hallar nuevos horizontes más elevados que el ombligo y su periferia.
El liberalismo ha impulsado al hombre a lo sensible acelerando las fuerzas de su vitalidad sensitiva. Las ha ensalzado como su motor, ha considerado al placer como única meta y súmmum de la existencia. Se ha dispuesto a lo sensitivo como amo de la razón, como productora de pensamientos simplones puesto a la altura de las genialidades. Buscan moldear la razón desde los apetitos sensibles despojados de una dirección diferentes a los mismos. Y ciertamente quien está acostumbrado a carecer de perspectivas distintas actúa tautológicamente. Se repite, se engaña en una re invención que solo es recreación. Es un mirar para el mismo lugar desde otro ángulo.

De igual manera los pueblos y generaciones se comportan inercialmente y la inercia actual es de índole hedonista construyendo así una escala invertida. Lo placentero es lo bello y lo bello es bueno. Escala perversa desde la cual solo se desciende.

De esta forma las sociedades actuales crean y recrean bajo el mismo razonamiento. No hay un porqué abandonar esta mecánica. Para detener la inercia inicial es necesario redireccionar las sociedades. Esto incluso suele suceder de maneras transitorias con cambios de contextos. Cual si fuera un trompo, un cambio producirá alteraciones en su giro y dirección, no obstante la homeostasis social intentara interrumpir el cambio fortuito. Los cambios son posibles y la inercia social puede romperse. Quienes emprenden un cambio rotundo pasan a ser para la masa los excéntricos, los locos, los señalados.
Las sociedades solo cambian su rumbo al enfrentarse a poderosas fuerzas capaces de contrarrestar su rumbo anterior. En el caso del mundo actual su dirección está alimentada por viscerales tensiones por tanto intensas pero no insalvables.

Contra todo, la historia no es lineal ni progresiva, esta ha tomado rumbos impensados a lo largo de la existencia humana. Cambios detonados por eventos, a veces azarosos pero que generan un modificar la dirección en una dirección para nada fortuita.
Para cambiar la orientación de las sociedades es necesario crear un vector que las dirija, una fuerza contraria que se oponga. Poco se logrará apelando a la buena voluntad de las escasas personas realmente pensantes o a idealismos ilusorios.

La historia toma la dirección, la orientación que elijan sus artífices. Ciertamente podemos existir como disidentes al espíritu de una época.

Podemos señalar una estrella y poner en ella nuestro horizonte. Pero con más facilidad podemos alcanzarla si las sociedades vuelven a ser fértiles, si descarnadas y magras emprenden el humano vuelo. El vaporoso sueño social no es eterno. Es posible re-encauzar las sociedades hacia destinos de creación, de belleza y de altivez. Es posible un camino ascendente, es posible una historia mejor.

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